La noche me sueña y luego me arroja, sin defensas, de frente a la mañana.
Una luz incierta por la ventana desdibuja los bordes de las realidades y ya no sé cuál es cuál.
En las primeras horas verticales, sigo poseída por Hypnos: ese que digita las blandas imágenes oníricas, etéreas, inmodificables por mi.
El sueño ha sido soñado, y soy objeto de su transcurrir ¿Dónde están ahora esas imágenes aun apalabradas?, ¿Qué hago, ya despierta, con esas fugaces historias en las que soy actriz sin conciencia?
El aire nocturno de los sueños
Algunas veces, la perturbación del despertar de esos sueños empuja a su comentario. Algunos amigos intiman mis confesiones soñadas. Sucede entonces que descubrimos -coincidentemente- que hemos sido penetrados por la misma La nube Onírica en la misma noche. Esa intrusa a la que nos entregamos sin decisión, nos hace pesadillear, nos marionetea, realizándose en algún deseo dormido. Y ese aire nos convierte entonces a todos, al mismo tiempo, en soñantes-influenciados. "Yo también tuve un sueño anoche!", coincidimos.
Por mi parte, me despierto revelada, intuyendo algún saber que aún no sé pero que enriquece mi tesoro involuntario. Cada día, tiene una Influencia distinta y me rebelo así, de ese modo misterioso, a las rutinas dulces y miserables de la vida diurna.Y los entrego a la tinta, que quiere exorcizarlos, y reirlos, aunque ella se burle de mí. Se pone gorda recordando lo que parecía tan fugaz e instala así pequeñas películas de papel, instantáneas que fotografié dormida.
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